Cómo combinar la maternidad y los negocios: 6 historias de madres que lo hicieron funcionar

Cuan­do nace un hijo, puedes coger una baja por mater­nidad a tiem­po com­ple­to durante unos años, o puedes inten­tar com­pag­i­nar la pater­nidad acti­va con el tra­ba­jo. Cada camino tiene sus propias ale­grías y desafíos, pero en cualquiera de los casos, los niños no son fáciles. Hablam­os con seis heroí­nas que han elegi­do el segun­do camino y han segui­do desar­rol­lan­do acti­va­mente su nego­cio de flo­res después de ten­er un bebé.

Aquí te con­ta­mos cómo han con­segui­do com­pag­i­nar la mater­nidad con los nego­cios y qué her­ramien­tas les han ayu­da­do a con­seguir­lo.

Tras el nacimiento del bebé, establecimos suministros directos desde Holanda y automatizamos el negocio

Nego­cios. En 2015, mi mari­do y yo decidi­mos abrir una floris­tería; antes hacíamos flo­res en casa, hilan­do ramos en la coci­na. Cuan­do llegó el momen­to de fir­mar el con­tra­to de alquil­er, des­cubrí que esta­ba embaraza­da. El 8 de mar­zo, antes del Año Nue­vo, nos sen­ta­mos, nos desan­i­mamos y estu­vi­mos a pun­to de aban­donar la idea. Pero entonces mi mari­do dijo: “Vamos, María. ¿Dónde hemos esta­do? Vamos a inscribirnos”.

Así en los últi­mos seis años hemos tenido nues­tra propia tien­da y tres pequeños.

Tatiana y Euge­nio Pikushin y sus hijos: Kate­ri­na, 19 años, Egor, 5, Euge­nio, 4, Liza, 1

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Cuan­do nació José en 2016, pen­sé que me iría de baja por mater­nidad, al menos durante uno o dos meses. Pero al cabo de dos sem­anas, el “méto­do de los turnos” fun­cionó: mi mari­do empezó a hac­er de can­guro de vez en cuan­do, mien­tras yo volvía a tra­ba­jar. Un año y medio después tuvi­mos a Martín y un poco más tarde a Ele­na. A ellos les pasó lo mis­mo.

Gra­cias a nue­stro pro­pio nego­cio de flo­res pudi­mos tra­ba­jar y cri­ar a los niños al mis­mo tiem­po; difí­cil­mente me habría atre­v­i­do a ser madre de muchos niños mien­tras tra­ba­ja­ba por cuen­ta aje­na. Por ejem­p­lo, nue­stro hijo José es un ver­dadero emplea­do de la tien­da: solíamos venir a tra­ba­jar con un cochecito y él dor­mía allí. Inclu­so, en oca­siones, los clientes lo acun­a­ban.

El tipo de situación en la que se quiere sobre­car­gar de tra­ba­jo a los “emplea­d­os”

Cuan­do esta­mos com­ple­ta­mente des­bor­da­dos, los abue­los y las niñeras nos ayu­dan. El año pasa­do tuvi­mos que ir a tra­ba­jar urgen­te­mente: var­ios miem­bros del per­son­al de la tien­da se covirtieron a la vez. Ele­na no tenía ni siquiera dos meses de edad en ese momen­to; teníamos que lle­var­la a casa de su abuela y enviar­le la leche mater­na en taxi varias veces al día. Fue la leche mater­na más cara de la his­to­ria de nues­tra famil­ia.

¿Qué más puede hacer Posiflora?

Posi­flo­ra puede ayu­darte a orga­ni­zar tu flu­jo de tra­ba­jo, a lle­var reg­istros, a con­tro­lar los pedi­dos y a super­vis­ar tu nego­cio direc­ta­mente des­de tu smart­phone. Deja una solic­i­tud, y te mostraremos cómo fun­ciona

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad puede ser a veces difí­cil. Pero, por otro lado, un rég­i­men de este tipo evi­ta en abso­lu­to que caigas en algún tipo de depre­sión pospar­to. Dejas de pen­sar en salir de tu zona de con­fort, en sen­tirte incó­mo­do: sólo tienes que tomar deci­siones y actu­ar. Apren­des al instante a del­e­gar, tan­to en casa como en el tra­ba­jo.

La mater­nidad como moti­vo de desar­rol­lo empre­sar­i­al. Tras el nacimien­to de un hijo, el prin­ci­pal prob­le­ma es el tiem­po. Hay que orga­ni­zar­lo de algu­na man­era, para opti­mizar­lo. Así que, cuan­do nació José, decidi­mos estable­cer entre­gas direc­tas con Holan­da, para no ten­er que via­jar nosotros mis­mos por las bases.

Tam­bién se hizo difí­cil estar en la tien­da todo el tiem­po. Ten­emos que lle­var a los niños a la guardería, cuidar del más pequeño y, al mis­mo tiem­po, seguir de algu­na man­era los pro­ce­sos en la tien­da. Para poder hac­er­lo a dis­tan­cia y tratar un gran número de asun­tos, creamos Posi­flo­ra.

Me parece con­ve­niente ver el coste de la flor, por cuán­to se com­pró la últi­ma vez y qué pasó con el mar­gen de ben­efi­cio

Una cosa que puedo decir es que los niños no inter­fieren en el nego­cio de ningu­na man­era. En todos mis embara­zos no he sen­ti­do ni una sola vez que me estu­viera degradan­do o que me estu­viera cayen­do social­mente. Al con­trario, me per­mite con­cen­trarme y encon­trar nuevas solu­ciones.

Mostramos a los niños que los negocios sólo funcionan cuando nos involucramos y controlamos cada etapa

Nego­cio. Mi mari­do y yo ten­emos un nego­cio famil­iar: él dirige los inver­naderos y cul­ti­va flo­res a granel, y yo ven­do ramos de flo­res a medi­da al por menor. 

Como mi taller está al lado de los inver­naderos, a veces par­ticipo en la pro­duc­ción de mi mari­do. Mis padres han cul­ti­va­do flo­res toda su vida y han com­par­tido su expe­ri­en­cia, por lo que puedo deter­mi­nar fácil­mente las den­si­dades de plantación, la anchu­ra de los caminos, la com­posi­ción vari­etal o los esque­mas de col­or. Aun así, soy tan cliente de mi mari­do como cualquier otro. Este año, el 8 de mar­zo, fui el dec­i­mo­quin­to cliente de la lista en com­prar tuli­panes.

Soy una florista con­suma­da: ¡mi segun­do hijo nació el 8 de mar­zo! Ni siquiera se habló de que sigu­iera con el nego­cio.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. El com­er­cio de las flo­res no sólo con­siste en torcer ramos, sino tam­bién en com­prar, cal­cu­lar fac­turas y hac­er pedi­dos. Pude hac­er todo esto inclu­so cuan­do esta­ba en el hos­pi­tal con el bebé. Dónde recoger qué mer­cancías, de qué empre­sa y qué han pedi­do, dónde trans­ferir el dinero: yo era el tipo de “mer­cad­er de larga dis­tan­cia” que sabía cuán­to y qué se nece­sita­ba.

Cuan­do el bebé tenía 10 meses, empecé a tra­ba­jar a tiem­po com­ple­to, via­jan­do al almacén y a los inver­naderos. Los niños eran cuida­dos por niñeras y abue­los. 

Aho­ra nue­stro día está estruc­tura­do así: mi mari­do lle­va a los niños a la guardería y al cole­gio por la mañana, y yo los reco­jo por la tarde. Antes de eso, ten­go tiem­po para dar instruc­ciones al per­son­al, hac­er ramos de flo­res y tomar nuevos pedi­dos. Cuan­do sal­go de com­pras o tra­ba­jo, ten­go otra florista que me ayu­da con los ramos. Los encar­ga­dos del inver­nadero cuidan las flo­res y las mantienen limpias. Resul­ta que: hay una red de seguri­dad en todas partes. 

El nego­cio como ejem­p­lo per­son­al para los niños. En algún momen­to, mi mari­do y yo nos dimos cuen­ta de que queríamos pasar más tiem­po con nue­stros hijos. ¿Para qué hace­mos todo esto si no podemos par­tic­i­par ple­na­mente en sus vidas? Empezamos a lle­var a los niños con nosotros a los inver­naderos. Que se ensu­cien de pies a cabeza en las camas, que rompan algo en el inver­nadero o que se metan en un char­co, pero al menos estarán con nosotros y verán lo que hace­mos.

Ya esta­mos com­par­tien­do nues­tra expe­ri­en­cia con los niños y esper­amos edu­car­los como gestores. Les mostramos con el ejem­p­lo que un nego­cio sólo fun­ciona cuan­do nos involu­cramos y con­tro­lam­os cada eta­pa.

Para que el negocio sea rentable, hay que estar preparado antes de que nazca el bebé

Nego­cio. En 2016 abrí una floris­tería espe­cial­iza­da en la ven­ta de ramos de flo­res online. Al prin­ci­pio invertí mucho tiem­po y esfuer­zo en el nego­cio, pero aho­ra me doy cuen­ta de que en mi caso fue como la uni­ver­si­dad: primero tra­ba­jas para tu tar­je­ta de crédi­to, luego ella tra­ba­ja para ti. Fue el esfuer­zo inver­tido lo que ayudó a la tien­da a man­ten­erse a flote y a apor­tar dinero cuan­do me fui de baja por mater­nidad y no me involu­cré ple­na­mente en el tra­ba­jo.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Durante los dos o tres primeros meses tras el nacimien­to de mi hija, ape­nas tra­ba­jé. A veces pasa­ba un par de horas al día con el portátil, con él en una mano y un bebé dormi­do en la otra.

Aho­ra hago tar­eas que puedo hac­er des­de casa: hago las cuen­tas, rel­leno la pági­na web, me comu­ni­co con los clientes. Tar­do unas 5 horas al día en lle­gar al tra­ba­jo. Cuan­do ten­go que ir a la tien­da, la niñera o mi mari­do se encar­gan del bebé.

Mi mari­do se impli­ca en la edu­cación de mi hija tan­to como yo

El embara­zo es un momen­to de preparación para los nego­cios. Antes de que naz­ca el bebé, no es mala idea preparar todo por ade­lan­ta­do. Menos mal que no lle­ga en un día: son nueve meses. Durante este tiem­po, es real­ista antic­i­parse a cualquier fuerza may­or o prob­le­ma y pen­sar en cómo se va a afrontar.

Por ejem­p­lo, ¿qué pasa si un florista insusti­tu­ible renun­cia de repente? Me he encon­tra­do con situa­ciones así. Es bas­tante difí­cil encon­trar un nue­vo florista cuan­do una tien­da tiene su pro­pio esti­lo y su propia metodología de tra­ba­jo proba­da. Así que la con­trat­ación de una nue­va per­sona fue estre­sante para mí, lo que podría haberse evi­ta­do si hubiera prepara­do el ter­reno de ante­mano.

Pero como era mi primera expe­ri­en­cia, me las arreglé así. Llevé a mi hija a la tien­da, pues tenía muy poco tiem­po para hac­er el tra­ba­jo de florista. Así que con­traté emplea­d­os para que hicier­an todo el tra­ba­jo sucio: limpiar las flo­res y limpiar la tien­da. Mien­tras recogía ramos de flo­res. Así tra­ba­ja­ba mien­tras buscábamos la floris­tería ade­cua­da.

Para mí es impor­tante que haga ambas cosas, el bebé y el nego­cio, con gus­to, no con mis últi­mas fuerzas. Por eso, después de que naciera mi hija, me desprendí de la may­oría de las tar­eas domés­ti­cas: coci­nar, lavar la ropa, limpiar. Si el nego­cio da dinero, recomien­do no hac­er nada en la casa, sino con­tratar a alguien.

Un niño maximiza la estimulación y hace que se trabaje de forma más eficiente: no se procrastina ni se deja para mañana

Nego­cio. Actual­mente ten­go cua­tro proyec­tos. El más antiguo es el blog Flow­ers Revi­sor, donde hago reseñas de floris­terías y com­par­to mis expe­ri­en­cias flo­rales y empre­sar­i­ales. Aquí comen­zó mi inmer­sión en el mun­do de los blogs y los nego­cios online, y me interesé acti­va­mente por la pro­mo­ción de los floris­tas en Inter­net. Pero más tarde me di cuen­ta de que la may­oría de los con­se­jos clási­cos de los vende­dores no fun­ciona­ban aquí. Así apare­ció la agen­cia de SMM Bor­ing Peo­ple, donde pro­por­cionamos ser­vi­cios de apoyo y man­ten­imien­to de cuen­tas de Insta­gram especí­fi­ca­mente para floris­tas de todo el mun­do.

La con­tin­uación lóg­i­ca fue la escuela Flower Peo­ple, un proyec­to educa­ti­vo en el que se habla de las ven­tas en el ámbito de la floris­tería. Se tra­ta especí­fi­ca­mente de la ori­entación y la pro­mo­ción en el nego­cio flo­ral; no hay ningún cur­so sobre cómo hac­er un ramo de flo­res.

Recien­te­mente hemos lan­za­do el nego­cio de fra­gan­cias para el hog­ar Flower Sug­ar: velas y difu­sores, que pen­samos vender en las floris­terías. Siem­pre hay una necesi­dad de algún tipo de pro­duc­to rela­ciona­do, y las fra­gan­cias para el hog­ar enca­jan per­fec­ta­mente en la estéti­ca de cualquier tien­da de flo­res.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Cuan­do nació mi primer hijo, me ded­i­ca­ba al nego­cio de las flo­res y tenía dos tien­das, en el seg­men­to pre­mi­um y medio. Mi hijo llegó jus­to en el momen­to álgi­do de su desar­rol­lo. 

El nacimien­to fue en febrero — el 8 de mar­zo se nos ade­lan­tó. Así que en la sala de mater­nidad estuve un poco inm­er­sa en el tra­ba­jo y dan­do for­ma a las lis­tas de pre­cios. Pero luego resultó que las tien­das podían tra­ba­jar bien sin mí. El equipo era estable y esta­ba estable­ci­do, y mi pres­en­cia diaria no era nece­saria. Esto me per­mi­tió “reti­rarme a una cue­va” durante un tiem­po y no apare­cer en abso­lu­to durante unos meses. Me ded­i­ca­ba prin­ci­pal­mente a la con­tabil­i­dad y a la estrate­gia de desar­rol­lo.

Cuan­do el bebé cumplió tres meses, empecé a dedicar más tiem­po al tra­ba­jo y volví casi por com­ple­to a mi horario nor­mal. Aquí, por supuesto, las niñeras ayu­daron.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Cuan­do nació mi primer hijo, me ded­i­ca­ba al nego­cio de las flo­res y tenía dos tien­das, en el seg­men­to pre­mi­um y medio.

Plan­i­fi­cación de proyec­tos antes del nacimien­to de un segun­do hijo. Cuan­do se lle­ga a la pater­nidad, no se sabe en abso­lu­to qué esper­ar. Aho­ra ten­go expe­ri­en­cia, y antes del nacimien­to de mi segun­do hijo inten­to preparar el ter­reno en todos mis proyec­tos.

Por ejem­p­lo, ten­go una bue­na reta­guardia en el nego­cio de las fra­gan­cias: ten­go un socio en el que se basan todas las opera­ciones. Así, cuan­do el pro­duc­to esté en las estanterías, podré dejar­lo con seguri­dad y el nego­cio no quedará desa­ten­di­do. En la agen­cia, tam­bién me he respal­da­do a mí mis­mo: el equipo es fiable y tra­ba­ja de for­ma inde­pen­di­ente el 90% del tiem­po, y los pro­ce­sos están tan afi­na­dos que no ten­go que dar instruc­ciones ni con­tro­lar todo cada día.

Floricul­tores en el inver­nadero en su sép­ti­mo mes

Tener un bebé te ayuda a desconectar, a mirar el negocio desde fuera y a reiniciarlo de una forma nueva

Nego­cios. En 2016, mi madre y yo abri­mos nue­stro pro­pio nego­cio, una floris­tería en el cen­tro cul­tur­al e históri­co de Tver. Mamá tenía entonces 13 años de expe­ri­en­cia en floris­tería, y empezamos a traer pro­duc­tos exóti­cos y a crear ele­gantes ramos de dis­eño. Super­vis­a­ba la for­ma­ción de los floris­tas, sus horar­ios y salarios, y la cal­i­dad de las flo­res. Y me comu­ni­ca­ba con los clientes, pro­mo­ciona­ba la tien­da y desar­rol­la­ba la cul­tura flo­ral en la ciu­dad.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Dejar el nego­cio después de ten­er un bebé esta­ba descar­ta­do. Siem­pre había esta­do rodea­da de muchos ejem­p­los de madres empre­sarias de éxi­to, y sabía que com­bi­nar ambas cosas era bas­tante factible.

Ya durante el embara­zo con­trata­mos a un admin­istrador en el que del­eg­amos algu­nas de mis tar­eas. Así, cuan­do nació el bebé, pude dedi­car­le el tiem­po sufi­ciente y, al mis­mo tiem­po, par­tic­i­par en los asun­tos lab­o­rales de for­ma rela­ja­da. 

Durante los primeros seis meses, tra­ba­jé prin­ci­pal­mente a dis­tan­cia. A veces iba con el cochecito a la tien­da, dis­cutía las tar­eas con los floris­tas y volvía andan­do. Tver es una ciu­dad pequeña, por lo que un paseo así no lle­va mucho tiem­po. Aho­ra ten­emos una niñera, y yo tra­ba­jo en parte des­de casa y en parte en la tien­da.

David, de dos años, ya se está involu­cran­do poco a poco en el arte de hac­er ramos de flo­res

Ten­er un bebé como for­ma de cam­biar la ópti­ca de su nego­cio. La gran ven­ta­ja de ten­er un hijo es que había que dejar pasar algu­nas cosas. Antes, lo hacía todo por mi cuen­ta y tenía miedo de con­fi­ar mis tar­eas a otra per­sona. Pero cuan­do con­trata­mos a un admin­istrador, resultó que era inclu­so mejor en algu­nas cosas y más respon­s­able que yo. Mien­tras tan­to, podría dedicar todo mi tiem­po a la cri­an­za de un hijo o a algu­nas tar­eas lab­o­rales más impor­tantes.

Tam­bién he des­cu­bier­to que la mater­nidad me ha per­mi­ti­do dar un paso atrás y ten­er una visión dis­tan­ci­a­da del nego­cio. Cuan­do tra­ba­jas las 24 horas del día y estás inmer­so en tu pro­pio nego­cio, tu ojo se desvanece un poco y a veces no ves los prob­le­mas evi­dentes. El nacimien­to de un hijo nos ayudó a cam­biar nues­tra per­spec­ti­va y a replantearnos algu­nas cosas. Por ejem­p­lo, hemos con­sid­er­a­do los pro­ce­sos empre­sar­i­ales de una man­era difer­ente y, para opti­mizar­los, hemos conec­ta­do recien­te­mente Posi­flo­ra.

Aho­ra esta­mos trans­firien­do los con­tac­tos de los clientes al pro­gra­ma. Me di cuen­ta de que en cin­co años podrías haber crea­do una exce­lente base de clientes y saber quién pide cuan­do y por qué motivos.

En Posi­flo­ra, puedes ver cuán­do y para qué ocasión un cliente suele com­prar flo­res y luego recor­dar­le el even­to que se aprox­i­ma en el boletín de noti­cias

El nacimiento de un hijo me puso inmediatamente en disposición de planificar mi tiempo. Y mis deseos

Trayec­to­ria pro­fe­sion­al. Siem­pre quise hac­er algo rela­ciona­do con el arte, la belleza y las flo­res. Así que jus­to después de la uni­ver­si­dad, me fui a tra­ba­jar en el pabel­lón de flori­cul­tura y jar­dinería de la VDNKh. Allí vi una ver­dadera floris­tería, tal como es. A par­tir de ese momen­to comen­zó mi inmer­sión en la pro­fe­sión.

Me gradué en los cur­sos, tra­ba­jé como florista durante cin­co años y luego abrí mi propia floris­tería. No duró mucho: tuve que cer­rar­lo por motivos de salud y luego tuve que volver a ser con­trata­do. En 2007 me con­vertí en el direc­tor artís­ti­co de la cade­na “Iris”, y luego, durante cin­co años, ocupé el car­go de direc­tor artís­ti­co y jefe de pro­duc­ción en “Florist.ru”. Aho­ra lle­vo seis años tra­ba­jan­do en 7TSVETOV y dan­do clases en la escuela “Flo­res al detalle”.

Com­pag­i­nar el tra­ba­jo con la mater­nidad. Me quedé embaraza­da jus­to cuan­do asistía a los cur­sos y acaba­ba de dom­i­nar la floris­tería. Con el nacimien­to de un hijo tuve que inter­rum­pir mis estu­dios y retomar­los más tarde. Cuidé a mi hija durante los siete meses sigu­ientes, luego con­traté a una niñera y me puse a tra­ba­jar como ayu­dante de florista.

En aque­l­la época, un ayu­dante de floris­tería cobra­ba una mis­e­ria, varias veces menos que una niñera. Así que mi mari­do ayudó a pagar la niñera, mien­tras yo seguía con la pro­fe­sión.

Quería ir en ambas direc­ciones: con­stru­ir una car­rera y ten­er un bebé. Ser madre me ayudó a plan­i­ficar y pri­orizar mi tiem­po con más clar­i­dad: sabía cuán­do ir de com­pras, cuán­do hac­er de can­guro y cuán­do hac­er cosas per­son­ales. No había tiem­po para ton­terías. Así que tra­ba­ja­ba mucho y aún así me las arregla­ba para pasar tiem­po con mi hija: leíamos libros y veíamos dibu­jos ani­ma­dos todas las noches.

El fanatismo pro­fe­sion­al como for­ma de inspiración. La infan­cia de mi hija podría describirse como “de clase tra­ba­jado­ra”: esta­ba con­stan­te­mente entre los floris­tas, y a veces por las tardes tenía que sen­tarse a esper­arme en el tra­ba­jo. Así que solía ten­er miedo de que creciera sin aten­ción o sin car­iño. 

Aho­ra que mi hija es adul­ta, entien­do que a un niño no se le edu­ca con pal­abras, lo que cuen­ta es el ejem­p­lo. Siem­pre ha tenido ante sí el ejem­p­lo de una madre que se esfuerza por algo, que dom­i­na y supera algo. Y me parece que mi fanatismo y mi impli­cación en la pro­fe­sión se la trans­mití a ella. Cuan­do uno dis­fru­ta con lo que hace, inspi­ra a los que le rodean.

Mi hija siem­pre está ahí para mí. Es la primera per­sona que acude en mi ayu­da

En resumen, puedo decir que mi hija ha cre­ci­do y se ha con­ver­tido en una per­sona mar­avil­losa. Aho­ra está estu­dian­do psi­cología y parece que tam­bién dis­fru­ta con su pro­fe­sión: ensegui­da pone a prue­ba todo lo que aprende con­mi­go.

Posiflora te ayuda a dirigir tu negocio y a criar a tu hijo al mismo tiempo

Con el pro­gra­ma puedes con­tro­lar todos los indi­cadores a dis­tan­cia. No tienes que ir a la tien­da todo el tiem­po y pen­sar con quién dejar a tu hijo. Las ven­tas, los reci­bos, el reci­bo medio… todo lo puedes ver en casa en tu table­ta.

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